Materializar el sonido y crear Arquitectura
La arquitectura y la música son dos formas diferentes de hacer arte. Una es la manifestación física de la materia que de manera práctica resuelve algún problema, la otra trata de crear emociones y placer mediante vibraciones sonoras que viajan a través del vacío espacial.
En un nivel instintivo ambas pueden evocar emociones similares. Variables como la composición, el ritmo, la emoción, el concepto, la estructura son sus constantes.
Visitar cierto lugar puede hacernos sentir de determinada manera, puede hacer que nuestros sentidos se exalten o se repriman, donde la luz y el espacio se traducen a emociones o sentimientos. Esto es para nosotros arquitectura, pero ¿qué relación tiene con la música?
La música envuelve las emociones, de hecho la mayor parte del tiempo que escuchamos música lo hacemos por un motivo en específico; para sentirnos felices o relajados, algunas veces la música o una armonía pueden evocar sentimientos espaciales, y el espacio puede evocar sentimientos del sonido o música. Si bien el famoso Wolfgan von Goethe describía a la arquitectura como “música congelada”.
Basados en la idea de que el sonido puede ser materializado en el espacio, mediante la traducción de sus atributos temporales intangibles hacia una dimensión espacial tangible, el despacho Orpoject, inició una investigación teniendo como objetivo el plasmar el sonido de una manera tridimensional. Usando procesos digitales, se logró que los atributos acústicos del sonido pudieran ser analizados y extraídos de alguna pieza musical o rango melódico. El tiempo, la gama melódica, y las frecuencias de la obra han sido traducidas a un espectrograma multidimensional. El resultado, un objeto de análisis, notación y representación del sonido.
El diseño para la Busan Opera House, se basa en la composición para piano Klavierstück I, que produce diversos patrones rítmicos producto del compendio lineal que surgen de 12 tiempos a diferentes voces y tonos.
Busan Opera House se convierte en la manifestación física de Klavierstück I, una pieza de música congelada. El diseño de la casa de ópera se basa en la morfología sonora produciendo secciones de acero curvadas creando la fachada, estructura y ritmo dentro de sí mismo, la repetición de la laminilla que sucede en el espacio, da en el lugar la repetición constante de los doce tiempos usados en la composición musical. Líneas delgadas forman la estructura de la fachada, el desplazamiento y la alteración de estos resultados de patrones se utilizan en la formación de complejos ritmos arquitectónicos que se sirven para controlar la luz, vistas y propiedades de sombreado de la fachada.
La estructura de la fachada comienza a fluir desde el mar, donde sus diferentes capas están alineados y parecen ser uno. Lentamente las capas comienzan entonces a repetirse a intervalos diferentes, resultando un cambio entre ellos, rompiéndose su alineación prevista, un campo variado de los ritmos de la fachada comienzan a emerger.
Créditos: enlacearquitectura.com
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