La música es una manifestación ancestral y universal presente en todas las sociedades humanas. La capacidad para apreciar la música no requiere de entrenamiento específico. El comportamiento musical es universal y también lo son reglas musicales comunes tales como el uso de sistemas de escalas basados en octavas y la preferencia de las consonancias por sobre las disonancias, esto puede interpretarse como evidencias de una condición innata. Las reglas han surgido de forma independiente y paralela en culturas aisladas, e incluso algunas de estas reglas se aplican a la percepción musical de especies no humanas. Esto implica que las mismas tienen su base en la organización del cerebro más bien que en la cultura.
Estudios realizados en fetos e infantes han revelado que las capacidades auditivas básicas como la discriminación de tono e incluso capacidades más complejas como el reconocimiento de una melodía, ya están presentes en etapas tempranas del desarrollo. Se ha sugerido que esto podría deberse en parte al estímulo musical prenatal. Sin embargo, la capacidad del adulto de percibir la música depende en parte de la cultura, mientras que los infantes parecen tener una capacidad más generalizada, que obedece a las reglas musicales universales antes mencionadas. Esto implica la existencia de una habilidad innata que más tarde en la vida puede ser modificada por efecto ambiental. Una pregunta fundamental es si esta habilidad está o no determinada genéticamente, y de estarlo, hasta qué nivel. El escuchar música o ejecutarla tiene múltiples efectos en la estructura y función del cerebro, evidenciando un efecto biológico. En estudios neurofisiológicos se ha encontrado que la estimulación musical, activa áreas específicas del cerebro. También se ha demostrado que la práctica musical activa, agranda algunas áreas del cerebro. En investigaciones con tomografía de emisión de positrones (PET), se ha evidenciado que el escuchar música produce cambios fisiológicos en el flujo sanguíneo cerebral y las funciones cardiovascular y muscular. Sin embargo la naturaleza de las moléculas implicadas en estas respuestas aún no ha sido identificada.
Es evidente que la destreza musical se agrupa en familias. Todos cocemos familias enteras en las que la habilidad musical es la regla. Qué tanto de esta agrupación familiar se debe a factores genéticos o a factores ambientales es motivo de activo debate. Pues también es cierto que las capacidades comerciales, artesanales etc. se agrupan en familias ¿Cómo saber si se hereda la capacidad o si el estar inmerso en un medio ambiente musical desde antes del nacimiento define el resultado? se ha demostrado que existe un componente genético en fenotipos excepcionales de aptitud musical como lo son: el oído absoluto (la capacidad de identificar un tono aislado sin ningún tono de referencia) y la amusia congénita (sordera a los tonos). Adicionalmente, se ha encontrado una mayor coincidencia de la capacidad de reconocer un tono erróneo en melodías simples conocidas en parejas de gemelos (genéticamente idénticos) que en parejas de morochos (tan parecidos genéticamente como pueden serlo dos hermanos). Estos resultados revelan la presencia de factores hereditarios. La capacidad musical varía entre individuos y se expresa a nivel poblacional de tal forma que ambos extremos (individuos extremadamente capaces o incapaces) son infrecuentes, presentando la gran mayoría de la población capacidades musicales intermedias. Esta forma de distribución de una característica en la población es típica de caracteres complejos determinados simultáneamente por varios genes y que además está influenciado notoriamente por factores ambientales. A este patrón de herencia se le conoce como multifactorial.
En el año 2008 investigadores de la universidad de Helsinski, Finlandia, encontraron mediante el estudio de 11 familias de varias generaciones (234 personas estudiadas), la primera asociación reportada entre la capacidad musical y una región cromosómica específica (4q22). Posteriores estudios muy probablemente identificaran el gen implicado ubicado en dicha región. Este sería el primer gen identificado de los varios que se espera estén implicados en la herencia de la capacidad musical si se asume el patrón de herencia multifactorial antes mencionado. La aptitud musical es en resumen, una capacidad cognitiva innata que está bajo regulación genética, pues ciertamente nacemos con un potencial musical heredado. Sin embargo, dicho potencial no define la capacidad musical que alcanzará un individuo, sólo sirve de base para desarrollar o no experticia musical si se somete a un medio ambiente favorable. En otras palabras, en la gran mayoría de los casos lo que logremos con la potencialidad musical que hemos recibido en herencia, dependerá del buen uso que hagamos de la misma.
FUENTE: http://otilca.org/2013/04/22/musica-y-genetica/ + Artículo escrito por Tany Fonseca de Pérez para la Revista Otilca N°11
No hay comentarios:
Publicar un comentario